El complejo
que en muchas ocasiones tenemos los andaluces de hablar mal y el afán de los que
por destacar de los demás utilizando supuestos cultismos pero sin el más mínimo
rigor ni base que los acrediten , nos
han llevado repetidamente (*) a caer en errores que acaban por hacernos creer que
lo correcto es la versión erróneamente corregida y no la original y genuina. En
este caso hasta tiene justificación puesto que cualquiera podría pensar que
“Ruiperez” no es más que la evolución andaluza, en el mejor de los casos, o
vulgar como dirían otros de “Ruiz Pérez”, máxime si tenemos en cuenta que así
es como figura en prácticamente la totalidad de documentación oficial posterior
a 1881 y más específicamente en los padrones de habitantes.
No obstante, en este caso podemos asegurar sin lugar a dudas que lo correcto sería llamarlo Ruiperez, si nos ceñimos al nombre original.
No obstante, en este caso podemos asegurar sin lugar a dudas que lo correcto sería llamarlo Ruiperez, si nos ceñimos al nombre original.
Para
documentar el origen de este topónimo hay que remontarse hasta 1581 puesto que
es en el libro de esa fecha, “Procesos
de revisión de tierras baldias”, en
donde aparece en repetidas ocasiones. La
primera vez (fol. 48v) dice textualmente
“del cortixo que poseya Ruiperez”, señalando como lindero “el camino que ba de
montefrio a puerto lope”. A continuación
(fol. 50r) aparece como propietario “Ruiperez de riuera jurado” (Ruiperez de
Rivera Jurado) y poseriormente (fol. 50v) “El dicho executor mando a los dichos
testigos que deslindassen El cortijo que dicen de Ruiperez que poseya el
susodicho”. En otra ocasión (fol. 125v) se habla del “arroyo que baja de la
fuente De Ruiperez”, y así hasta en seis ocasiones más. Con este nombre sigue
apareciendo por más de trescientos años hasta que al lumbreras de turno se le
ocurrió que para nombrarlo correctamente había que decir Ruiz Pérez. Afortunadamente
la gente haciendo gala de esa genuina sabiduría popular, durante los siguientes
150 años han seguido diciendo “Ruiperez”, aunque se haya escrito Ruiz-Pérez por
todos los sitios, incluida la pieza de cerámica colocada en la fachada de la Ermita
en la que se venera a San Isidro
Labrador y a su esposa Santa María de la Cabeza.
Resulta curioso que en la actualidad Ruiperez existe como apellido bastante disperso por toda la geografía nacional, cuyo origen es la unión del nombre castellano Rui o Ruy y el apellido Pérez, pero en el caso que nos ocupa “Ruiperez” era el nombre de Ruiperez de Rivera Jurado, sin que haya constancia de que ese nombre propio siga utilizándose como tal.
A modo de
resumen y conclusión sería interesante plantearse que ha llegado el momento de
llamar a las cosas por su nombre especialmente cuando no hay nada que
justifique su cambio aunque este se haya producido hace bastante tiempo y en
este caso especialmente puesto que serviría para honrar la memoria del que dio
nombre a un paraje tan emblemático para nuestro término municipal y por qué no, a la sabiduría popular que a
pesar del intento continuado de cambiarlo ha insistido en llamarlo adecuadamente.
(*) – Algunos ejemplos
de formas inadecuadas de utilización de topónimos:
Castillón en
lugar de Castellón.
Los Aguleras
en lugar de Los Aguileras
Peña de los
Gitanos en lugar de Peñas de los Gitanos
Molino Junco
en lugar de Molino Jinco
Corral del
Mauro en lugar de Corral del Manco
La Panera en
lugar de La Máquina (del Convento)
Milanos en lugar de Vilanos (Aunque en este caso
serían correctas las dos acepciones con algunos matices).
Publicado inicialmente: 19-05-2015