Desde hace tiempo he querido hacer un resumen de lo que nos
llevó, a los entonces alumnos del instituto de Montefrío, a organizar la que al
final resultaría ser la primera manifestación, todavía ilegal, desde los
tiempos de la segunda república. Si no lo había hecho antes era por el temor a
narrar hechos apoyándome solamente en recuerdos, entendiendo que estos pueden
jugarnos malas pasadas, ya que el paso de los años los puede desvirtuar o
idealizar, llegando a magnificar situaciones puntuales mientras que borra otras
que pudieron ser trascendentales. Si ahora me he decidido a ello ha sido porque,
repasando antiguos papeles que han aparecido entre los libros que de aquellos
años se guardaban en la casa en que me crié, he encontrado las notas que de mi puño
y letra tomé en las reuniones preparatorias de la misma, así como la copia del
escrito que presentamos en el Ayuntamiento tras dicha manifestación, mientras
se llevaba a cabo una sentada a las puertas del mismo por parte de los alumnos
del instituto.
En febrero de 1977 la situación en nuestro instituto
(entonces Sección Delegada del Instituto Padre Suárez de Granada) era
insostenible para los que entonces éramos alumnos en este centro. A esas alturas
del curso prácticamente no se habían dado clases ya que continuaba la huelga de
profesores no numerarios, “penenes”, expresión esta que se había acuñado
posiblemente con cierta intencionalidad para animar aún más a este colectivo a
las movilizaciones, ya que ahondaba en la sensación de menosprecio que sentían.
Pues bien, los alumnos, especialmente los que estudiábamos C.O.U., vivíamos con
mucha incertidumbre esta situación ya que, de prolongarse, se podría perder el
curso, cuestión muy grave sobre todo para los que no podíamos permitirnos
perder la beca; ello implicaba directamente tener que dejar de estudiar y nos
privaría de nuestro ansiado acceso a la universidad. Por otra parte no queríamos
enfrentarnos a nuestros profesores, en su mayoría P.N.N.´s, fundamentalmente
por lo que después nos pudiera repercutir por las posibles represalias, aunque algunos
entendiéramos como verdaderamente justas sus reivindicaciones. Por nuestra
parte, actuando con una madurez que
ahora nos sorprendería en jóvenes de entre 16 y 17 años, intentábamos ir viendo
la materia de las distintas asignaturas, asistiendo a clase sin los profesores
y con la ayuda de los alumnos más aventajados avanzar en el temario de las mismas.
Los profesores que estaban implicados en la problemática querían
que el movimiento estudiantil los apoyara e hiciera fuerza para conseguir sus
fines, por lo que, de forma confidencial y secreta como todo lo que se movía en
relación a este asunto, a los que sabían que nos sentíamos mas ansiosos por la
resolución del problema y además se nos estaba despertando la “conciencia de
clase”, como a nosotros nos gustaba decir, nos informaron de que se planeaba
una reunión de representantes de alumnos de los institutos de Granada y
provincia en un colegio de los alrededores de la capital. Después de ver las
notas creo que era en una residencia escolar de Cogollos Vega, pero no estoy
seguro ya que la geografía del área metropolitana entonces era muy desconocida
para mí y en dichas notas no se incluyó el lugar exacto por razones obvias. Este
extremo me ha sido confirmado por la otra representante de nuestro centro, entonces
compañera de clase, que también asistió a la reunión.
Ya el sábado12 de febrero se había organizado una
“convivencia” en este lugar a la que
asistimos representantes de varios
centros(1). En esta se dieron los primeros pasos para la elaboración
de una “tabla reivindicativa” y se prepararon
movilizaciones entre la que figuraba un “encierro” para la semana siguiente en
una iglesia, que se llevó a cabo el día 18 en la iglesia de San Idelfonso.
A la siguiente reunión, que fue el día 19, acudimos de
forma también “clandestina” representantes de 17 centros de Granada y provincia(2).
En ella se elaboró de forma consensuada por todos los asistentes una “tabla
reivindicativa” cuyos ejes fundamentales eran nuestro derecho a la educación y el
apoyo a las “justas reivindicaciones” de los P.N.N.’s, aunque también se le
añadieron otras cuestiones entre las que estaban la tan trillada “supresión de
la selectividad”, la “democratización de la enseñanza”, e incluso la supresión
de las tasas universitarias.
También se planearon los actos a realizar sucesivamente; no
se podía improvisar y además era difícil organizarse ya que no se contaba con
medios para contactar de forma fluida (no había móviles, y mucho menos internet
ni redes sociales). Además todo estaba muy controlado y la sensación de miedo e
inseguridad estaba fuertemente asentada ya que todavía seguía habiendo muertos
por disparos de la policía o de grupos de ultraderecha en las distintas
manifestaciones. (En septiembre de 1976 y en enero de 1977 habían muerto dos
estudiantes por disparos mientras se manifestaban).
A pesar de ello y como medida directa(3) se
planeó que todos nos desplazaríamos hacia la iglesia granadina de San Idelfonso,
para encerrarnos en la misma, pero las “orejas del régimen” fueron más rápidas
y cuando llegamos la policía nacional estaba en las inmediaciones de la misma y
nos impidió el acceso.
También se decidió que en los días sucesivos, primero, se convocaría,
cada uno en su centro, una reunión para explicar la situación y mostrar la
“tabla reivindicativa” surgida de la que habíamos denominado “coordinadora de
institutos”. La reunión, que no se podía organizar con antelación para que no
fuera reventada, se convocó de forma improvisada, haciendo correr la voz de que
nos veíamos en el gimnasio e invitando a la misma también al presidente de la
Asociación de Padres de Alumnos y a los profesores. Estos quedaron sorprendidos
del nivel organizativo que habíamos logrado en tan poco tiempo y agradecidos de
nuestro apoyo, llegando a decir que estábamos más organizados y con las ideas
más claras que ellos mismos.
Después, si así se había decidido en estas reuniones, se
planearía una manifestación desde los distintos institutos hasta los
respectivos Ayuntamientos, a la puerta de los cuales se llevaría a cabo una
sentada y ante los que se presentaría el documento con las reivindicaciones(4),
con el ruego de su traslado a las autoridades civiles y académicas que
correspondiera. Éramos conscientes de que este último punto era muy difícil de
llevar a cabo puesto que era necesario que no hubiera filtraciones a las
autoridades tratándose de un acto preparado con antelación. En algunos centros
no hubo acuerdo para llevarlo a cabo, en otros la mañana de ese día (22 de
febrero) el instituto estaba fuertemente vigilado por la Guardia Civil para que los
alumnos no salieran de él, pero en el nuestro se pudo hacer según lo acordado, a pesar de la incertidumbre que nos planteaba
que la hija del teniente-jefe de línea de la Guardia Civil de Montefrío
fuera compañera nuestra y estuviera al tanto de nuestras intenciones. Nunca
supimos si es que supo permanecer callada o que su padre con buen criterio
quisiera mirar para otro lado.
Lo cierto es que, como habíamos planeado, nos presentamos a
las puertas del Ayuntamiento con la pancarta que elaboramos al efecto y nuestro
escrito firmado por cuarto alumnos que habían sido elegidos como representantes
de los demás, a este solo efecto, en
la reunión previa. Al poco de haber llegado y con el tiempo justo de haber
dejado el escrito en la
Secretaría del Ayuntamiento se presentó el
sargento-comandante de puesto de la Guardia
Civil acompañado de varios guardias. Arrebató de forma brusca
la pancarta de las manos de los compañeros que la portaban y nos conminó enérgicamente
a que nos fuéramos a nuestra casa si no queríamos complicaciones mayores. Como
nuestro objetivo lo entendimos como cumplido punto por punto y la convocatoria
era, en todo caso, para actos pacíficos nos dispersamos pero con la
satisfacción interior de haber llevado a cabo lo que habíamos planificado con tanta
incertidumbre e incluso miedo, pero sabiendo que era la primera manifestación
reivindicativa llevada a cabo desde hacía muchísimos años, y por tanto la
primera de la incipiente transición hacia la democracia, época en la que
todavía no se habían legalizado la mayoría de los partidos políticos. Algunos
compañeros, posiblemente los que portaban la pancarta y/o los que firmaban el
escrito en representación de todos los demás, fueron llevados al cuartel de la
Guardia Civil, dejándoles salir a las pocas horas tras haberles interrogado.
(1) – Almuñecar, Ave María, Chana, Churriana,
Cogollos, Ganivet Diurno, Ganivet Nocturno, Loja, Montefrío, Motril Alto, Padre
Manjón, Polígono y Suárez Diurno.
(2) – Alhama, Atarfe, Churriana, Cogollos, Juan XXIII,
Ganivet, Loja, Montefrío, Motril Alto, Motril Bajo, Orgiva, Padre Manjón,
Polígono, Santa Fe, Suárez Diurno, Suárez Nocturno y Virgen de Gracia.
(3) – Esto se decidió repentinamente a raíz de llegar
la noticia del desalojo violento por parte de la policía de los compañeros
encerrados desde el día anterior. También se elaboró de forma improvisada un
documento de repulsa por este motivo y para solidarizarnos con ellos.
(4) – A continuación se inserta la copia del escrito
presentado en el Ayuntamiento, con el sello del registro de entrada, en el que
resulta curioso ver alguna de las peticiones planteadas, que a día de hoy
podrían resultar increíbles para los que no vivieron aquella época y entre las
que destacaría la de “Libertad de expresión” .
Noviembre, 2012
Publicado inicalmente: 27-06-2014